lunes, 23 de abril de 2007

un libro y una rosa

Dadme una casa llena de libros y un jardín lleno de flores… y seré feliz.
Confucio.

Sant Jordi es una celebrada fiesta que, desde Catalunya, se ha extendido por otros lugares del mundo. El 23 de abril, día de Sant Jordi, aniversario de la muerte de Cervantes –y del nacimiento de Shakespeare- miles de puestos de libros y de rosas toman calles y plazas. Ramos de flores en cada esquina, libros apilados al sol. Fiesta con aroma de rosa y de libro, es el día en que obsequiamos a los seres amados con dos regalos, tal vez los mejores que podamos ofrecer.

Regalamos rosas. La rosa roja es un símbolo de la vida que estalla, del gozo vital, del placer. La flor abierta nos recuerda que la vida continúa, que la naturaleza siempre renace tras el invierno, que la existencia –nuestra existencia- florece cada amanecer. La rosa nos invita a disfrutar, paladeando cada instante. Su fragancia nos llama a respirar hondo el aliento de la vida.

Y regalamos libros. ¿Qué mejor amigo que aquel que siempre acompaña, que instruye y a la vez recrea? Un libro es un compañero y un maestro que alivia las soledades, alimenta nuestra consciencia y estimula el afán de crecer de nuestro espíritu.

Amor y cultura. Dos ingredientes de esa amalgama que podemos llamar felicidad.

Aún podemos regalar algo más. Una rosa es un beso, una sonrisa, un retazo de vida compartida, un pétalo de piel rozando otra piel… Un libro es nuestro interior, que abrimos con la llave de la confianza. Regalamos nuestros sueños, nuestra energía, nuestra inspiración, nuestro secreto… a quien hacemos depositario de nuestro tesoro.

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