sábado, 9 de diciembre de 2006

la aparición

Esta historia la oí de boca de mi abuela, que en paz descanse, una mujer con buena porción de sangre gallega, que sabía contar como nadie historias de trasgos, meigas y aparecidos.
Basada en un hecho real.

El hombre regresaba a casa, ya anochecido. Atravesaba un soto umbrío, bordeando el robledal que lo separaba de la aldea, cuando oyó un rumor de pasos a su lado. Se volvió y no tardó en distinguir una silueta caminando a su lado. Reprimió un grito de sorpresa.
- ¡Mamá! ¿Qué haces aquí?
Ella sonrió y lo miró con dulzura.
- Vengo a verte... Estás muy solo hijo.
- Ya lo ves, mamá... Cosas de la vida. El trabajo... Todo me ha traído aquí.
- ¿Te importa que te acompañe un trecho?
- ¡Claro que no! Estás muy elegante, mamá.
La madre sonrió de nuevo. Era cierto. Llevaba el vestido de terciopelo gris que sólo se ponía dos veces al año, por Navidad y por Pascua, y aquel broche de plata en forma de pluma, que le regalara su padre, muchos años atrás.

Caminaron juntos en silencio, hasta que divisaron las primeras luces del pueblo. El hombre levantó la mirada y vio el lucero de la tarde, grueso y brillante, reluciendo ante él. Iba a decir algo a su madre, pero de pronto, cayó en la cuenta de que estaba solo. Movió la cabeza. “Ah, estas tierras de meigas y de fantasmas, y tanto cavilar solo... ¡He estado viendo visiones!” Pensó que la imaginación le había jugado una mala pasada.

Al día siguiente recibió un telegrama urgente de la capital. “Mamá ha muerto. Ven pronto”. Firmaba su hermana. Con el corazón yerto, hizo un ligero equipaje y se puso en camino.

Fue un viaje largo. Llovió, el tren se retrasó... Llegó a la iglesia cuando el capellán finalizaba el responso y todos, familiares y amigos, se agolpaban alrededor del féretro para dar el último adiós a la difunta.
- ¡Dejadme pasar! –gritó él.
Todos le abrieron paso, sorprendidos y apenados. “El hijo pródigo”, oyó murmurar. “El bala perdida”, “No llega a tiempo ni al funeral de su madre”.

El hombre miró a la mujer, tendida en el ataúd, que estaban a punto de cerrar. Serena, como dormida, su madre reposaba con las manos en el pecho, ataviada con su vestido de terciopelo gris y un brillante broche en forma de pluma.

7 comentarios:

Janet Guerra dijo...

Hola guapa, soy janet. ME he leído un par de historietas, me han gustado mucho, sobre todo esta. Es genial.
Ánimo y a seguir luchando...
un beso...

Montse de Paz dijo...

Hola, Janet. ¿Eres Janet Guerra... de los foros literarios? ¿O eres otra Janet? Perdona, pero es que en el mundo virtual hay tantas conexiones que ahora no sé.

Gracias por tus amables palabras.

Janet Guerra dijo...

Pues sí, soy la guerrera del foro... al final di con tu blog, que sepas que es un verdadero gustazo sentarse bajo el arce a leer tus historias.
Seguimos en contacto.
un beso...

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho este relato, sobretodo el remache, con la madre vestida con el mismo traje con que el hijo la vio, aunque espectralmente, por ultima vez. Realmente parece una de esas historias de campo, de misterio rural.
Eso si, la introduccion (de que la historia es real y que te la conto tu abuelita) yo la pondria al final, porque anuncia demasiado lo que va a ocurrir.
Un beso, seguire por aqui

D.

Montse de Paz dijo...

Hola, Draconiae, ¡gracias por tu visita! Pues tienes razón, esa observación me la han hecho muchas personas... Pero es que este fue mi primer cuento, y aún estaba un poco pez en esto de escribir. Si algún día lo publico con los demás relatos, lo corregiré. Saludos.

Anónimo dijo...

M'ha agradat molt aquest primer conte teu que he llegit.No sé si estic massa d'acord amb els comentaris respecte de la introducció, en el sentit de que es veu a venir. Un conte ha de tenir sorpresa al final, però no treure's conills de la mániga. M'agrada com està.
Seguiré llegint
Oriol
19/6/2008

oriol

Montse de Paz dijo...

Hola, Oriol, t'agraeixo la visita! Em fa gràcia el teu comentari. Els lectors teniu visions molt interessants, que als autors ens fan pensar... És cert que una sorpresa final és bona, però una expectació creada dels de bon començament també li dóna intriga. En fi, aquest conte era molt senzill i no té més volta de clau! Més endavant ja en trobaràs de més llargs i complicadets.

Fins aviat,

Eli